Contexto y significado: cómo la narrativa moldea la percepción
En la marca personal, el significado no reside en las palabras o en las imágenes por sí solas. Reside en su interpretación. Cada señal que emitimos, una idea, un gesto, una fotografía o una frase, llega a nuestro público filtrada por su contexto, su cultura y sus expectativas. Por eso dos personas pueden percibir un mismo mensaje de formas completamente distintas, y por eso la percepción no depende tanto de lo que decimos, sino de cómo lo que decimos es leído.
La obra abierta
Umberto Eco describía la comunicación como una obra abierta, un texto o mensaje que no contiene un significado único y cerrado, sino que deja espacio para la interpretación. El autor propone, pero es el lector quien completa la obra. En la marca personal sucede lo mismo. Diseñamos señales, publicaciones, conferencias, identidad visual, tono de voz, pero el significado final surge solo cuando el público interpreta esas señales desde su propio sistema de referencias.
Esto significa que la percepción es una co-creación. Nace del punto de encuentro entre la intención y la interpretación. Podemos decidir lo que queremos expresar, pero es el público quien decide lo que significa. El poder de una narrativa, por tanto, no depende solo de la claridad del mensaje, sino también de la capacidad de anticipar los contextos en los que será recibido.
El sistema del significado
Roland Barthes, en su análisis de la semiótica, explicó que el significado se construye a partir de la relación entre el significante (la forma del mensaje) y el significado (la idea o concepto que evoca). Entre ambos se abre un espacio de interpretación en el que intervienen la experiencia personal, la cultura y la emoción.
Una palabra puede tener connotaciones muy distintas según el contexto cultural o profesional. Lo mismo ocurre con las señales visuales: un color, una postura o incluso un silencio pueden evocar asociaciones diferentes según el marco de referencia del público. Barthes llamó a esta interacción la capa mítica del significado, el momento en que el signo deja de ser literal y se convierte en símbolo.
Para una marca personal, esta capa simbólica es esencial. Cuando tu relato conecta emocional y conceptualmente con los mitos de tu audiencia, sus deseos, sus luchas y sus aspiraciones, tu mensaje deja de ser información y se convierte en identidad.
El poder del contexto
Por eso una misma historia, contada en contextos diferentes, puede generar percepciones opuestas. Una narrativa que resulta inspiradora en una sala de conferencias puede sonar pretenciosa en un grupo reducido de mentoría. Una frase que transmite autoridad en un evento corporativo puede parecer distante en una conversación individual.
Comprender el papel del contexto permite moldear la percepción sin alterar la esencia. No se trata de cambiar el mensaje, sino de adaptar las señales, el tono, los ejemplos, el ritmo y los énfasis, al entorno en el que serán recibidas. El significado de lo que decimos siempre es relativo al lugar, el momento y las personas a quienes nos dirigimos.
La narrativa como sistema de percepción
Vista desde este ángulo, la narrativa no es solo un vehículo de expresión, sino un sistema de gestión de la percepción. Traduce la identidad a formas culturalmente legibles. Alinea tu verdad personal con el lenguaje simbólico de tu audiencia.
Para construir la percepción de manera estratégica, tus historias deben funcionar en varios niveles:
Racionalmente, deben ser claras y estructuradas.
Emocionalmente, deben conectar con la experiencia de vida de la audiencia.
Simbólicamente, deben resonar dentro de los códigos culturales del contexto.
La fuerza de una narrativa no está en el control, sino en la anticipación: en comprender cómo viaja el significado desde ti hacia tu público y cómo el contexto lo transforma en el camino.



