Posicionamiento de marca: el arte de la renuncia
- Giuseppe Cavallo
- 19 mar
- 2 Min. de lectura
En un mundo donde la visibilidad profesional es un campo de batalla competitivo, posicionar tu marca personal no es opcional, es esencial. La capacidad de ocupar un espacio claro y valioso en la mente de tu audiencia es lo que separa a los profesionales competentes de los irremplazables. Pero el posicionamiento no se trata solo de reclamar un sitio; se trata de definirlo con precisión. Y definir implica elegir, lo que a su vez significa renunciar.
La necesidad de posicionarse
La necesidad de posicionarse surge de una realidad fundamental: la mente humana está sobrecargada de información y se basa en la categorización para procesarla de manera eficiente. Si no defines tu posicionamiento, será tu audiencia quien lo haga por ti, y no necesariamente de la forma que te gustaría. Las marcas, los profesionales y los líderes que destacan son aquellos que moldean deliberadamente la percepción que los demás tienen de ellos. Se aseguran de que su nombre, su experiencia y su valor sean claros e inconfundibles.
Jack Trout y Al Ries, en su influyente libro Positioning: The Battle for Your Mind, enfatizan que el posicionamiento no trata de lo que dices sobre ti mismo, sino del lugar que ocupas en la mente de los demás. Es la percepción que la gente tiene cuando piensa en ti. Y la percepción no se construye en un vacío abstracto, sino a través de elecciones claras y deliberadas que moldean una identidad profesional enfocada y convincente.
Apropiarse de una palabra
Trout y Ries llevan esta idea más allá en Las 22 leyes inmutables del marketing, donde proponen un concepto poderoso: las marcas más fuertes “se apropian de una palabra” en la mente de su audiencia. Volvo posee “seguridad.” FedEx posee “entrega urgente.” Google posee “búsqueda.” Estas marcas no lograron esto por casualidad, sino a través de un enfoque implacable en una sola idea, asegurándose de que cada acción, mensaje y oferta reforzara esa idea.
Lo mismo ocurre con las marcas personales. ¿Cuál es la única palabra con la que las personas te asocian? ¿Eres “el experto en transformación,” “el líder centrado en las personas,” “el estratega en sostenibilidad”? Si tu posicionamiento está diluido, si intentas ser muchas cosas a la vez, corres el riesgo de no ser nada en particular.
El arte de la renuncia
Y aquí llega la parte más difícil del posicionamiento: la renuncia. Para realmente poseer una palabra, debes renunciar a todas las demás que podrías poseer. Posicionarse es un acto de sacrificio. Exige la disciplina de dejar atrás competencias que, aunque valiosas, no refuerzan el núcleo de tu identidad. Significa rechazar oportunidades que no están alineadas con tu posicionamiento elegido. Significa estar cómodo diciendo: "Esto no es lo que hago."
Por eso muchos profesionales tienen dificultades con el posicionamiento. Temen que al reducir su enfoque perderán oportunidades. Pero ocurre lo contrario: la claridad atrae. Un posicionamiento preciso facilita que otros te recomienden, que los tomadores de decisiones confíen en ti y que tu marca crezca en autoridad.
Una marca personal bien posicionada no trata de gustar a todo el mundo, sino de ser indispensable para el público adecuado. Y eso requiere enfoque. Y el enfoque requiere renuncia.
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